No es novedad la existencia de antenas de telefonía en las cercanías de los centros escolares como tampoco lo es el uso indiscriminado de WiFi en sus respectivas aulas.
Cada vez más, vivimos rodeados de elementos altamente perjudiciales para nuestra salud, sin embargo parece que seguimos mirando hacia otro lado como si a nosotros no nos afectara.
Recientemente hemos tenido la desafortunada noticia del fallecimiento de Josu, un alumno del instituo Solokoetxe de Bilbao que, junto con otros dos alumnos, desarrolló leucemia mientras cursaba allí sus estudios. El centro está rodeado de varias antenas con valores muy altos de radiación electromagnética.
Otro caso similar fue el de Carla, alumna del colegio Quintana de Valladolid (2001) que también falleció como consecuencia del cáncer a los siete años de edad.
Un ejemplo más de la existencia de antenas de telefonía en las proximidades de los colegios es la Escuela Les Ciències de Badalona. Una escuela de reciente creación (2014) para alumnos de educación infantil y primaria, cuyas antenas están ubicadas a menos de 50 metros del centro. Concretamente dos, una a 20 metros en la azotea del centro comercial TOYS-R-US y otra a 50 metros aproximadamente, conocida ya en la ciudad por su emblemático camuflage “BADALONA”.

Vista desde el centro escolar Les Ciències (Badalona)
Este caso concreto llama la atención que la instalación de dichas antenas sea anterior a la construcción del colegio, por lo que pone en evidencia la política de construcción del centro escolar y la ausencia del principio de precaución a tenor de los constatados riesgos.
Está claro que esta situación, de seguir así, perjudicará tarde o temprano a la salud de los escolares.
¿Cuántas víctimas tienen que haber para detener esta invasión de antenas? Por qué se instalan en los alrededores de los colegios?